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¿Qué límites poner ante la impulsividad?
Enfrentarse como padres a la impulsividad del hijo adolescente no es fácil, sobre todo cuando esta tiene consecuencias indeseadas. Por eso, la psicóloga recomienda pensar primero en qué no hacer para abordar esta cuestión. “No se recomienda castigar desproporcionadamente, y también de forma impulsiva, si antes no ha sido anticipado y/o pactado lo que podría pasar después de lo sucedido”, explica.
Hay que tener en cuenta que los ‘castigos’ o consecuencias a esta edad no tienen que ser inmediatos al hecho, como ocurre en la infancia. Lo ideal es que entre ambos padres (vivan o no juntos) se determine “lo que sería más conveniente para ayudarle a aprender”.
“Tampoco se recomienda ‘dejar pasar’ el episodio y que aprenda por sus consecuencias naturales, o ir de ‘padres enrollados’, restando importancia a lo que ha sucedido. Se aprende por repetición y si es necesario sentarnos a hablar con nuestro hijo o hija varias veces sobre el mismo asunto, hay que hacerlo”, destaca Mara Cuadrado.

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¿Qué líneas rojas no debe traspasar el adolescente impulsivo?
Habitualmente, cuando hay un episodio de impulsividad grave en la adolescencia ya ha habido ‘avisos’ previos de que esa situación podía producirse. “Y es ahí cuando hay que actuar”, recalca la experta.
“Cuanto más límites ven que ponen los padres, menos holgura tienen para ensayar hasta dónde pueden. Y hay líneas que tienen que quedar claras que nunca deben pasar: insultos a los padres, faltas de respeto, burlas o amenazas”, aclara.

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La influencia de los tóxicos en la impulsividad adolescente
Ser impulsivo es una de las características normales de la adolescencia. Pero ¿cómo distinguir cuando ese comportamiento del menor está provocado por otros agentes externos como el consumo de tóxicos?
Estas son las señales que indica Mara Cuadrado de que puede haber un abuso de sustancias:
- Cambio brusco en la manera de actuar.
- Agresividad.
- Cambios de humor o del estado de ánimo muy significativos.
- Agitación.
- Intento de ocultarse cuando llega de noche a casa.
- Hambre atroz nocturna.
- Evitación de las relaciones familiares.
- Posible cambio de amistades.
- Descontento general con todo lo que implica normas.
- Desgana para estudiar.
- Dificultad para levantarse e ir puntual al centro escolar.
- Repetidas faltas de asistencia.