La presunta asesina de su hija Desirée Leal, Ana Sandamil, en el juicioEuropa Press
La madre ha reiterado que no recuerda lo ocurrido con su hija: “Era lo que más quería”
José Manuel Leal ha dicho que notó un “cambio brusco” al decirle que quería pedir la custodia compartida
El estado mental de Ana Sandamil, el elemento clave por el que vuelve a juzgarse el crimen de la niña de Muimenta
Pero el TSXG estimó un recurso de su defensa al entender que el veredicto del jurado popular no estaba lo suficientemente motivado sobre el grado de imputabilidad de la procesada. Por ello, se anuló aquel juicio y se ordenó volver a juzgarla.
En el foco del caso está el estado mental que tenía la madre durante la noche de los hechos. El testimonio de Sandamil ha transitado en la misma línea que en el primer juicio. Asegura no recordar nada de lo que ocurrió.
Al menos, hasta que descubrió a su hija muerta, tirada sobre el suelo de la habitación donde había dormido con ella y en la que fue descubierta una botella de agua que contenía un potente fármaco.
Ana Sandamil llegando a los juzgadosEuropa Press
La acusada ha vuelto a afirmar que su estado psicológico estaba alterado desde hacía meses, algo que se había iniciado con su asistencia a un curso de formación para desempleados. Dice que “oía voces” en su cabeza, que escuchaba que el navegador del coche le “hablaba“.
También que se sentía “perseguida” por sus compañeros de curso, de los que pensaba que “le echaban veneno” en el café. Incluso, continuó, llegó a creer que alguien estaba “envenenando” el agua y que, por eso, empezó a consumir agua embotellada.
“No me acuerdo de haber hecho nada a mi hija”
Sin embargo, Sandamil no contó que le sucedía esto a los médicos a los que acudió meses antes del crimen porque, según la acusada, “tenía miedo a perder” la custodia de la niña en favor del padre de la pequeña, José Manuel Leal, de quien se había separado años atrás.
Sí que lo desveló a “un curandero” de un centro de salud de Muimenta. Le dijo que se sentía acosada por sus compañeros, algo detrás de lo que creía que estaba el padre de su hija, a quien ha acusado de someterla a maltratos psicológicos mientras eran pareja.
Sobre la botella con el fármaco, ha asegurado que la había preparado para tomarlo ella y suicidarse, pero que Desirée la interrumpió. Por eso no pudo culminar su idea. “No me acuerdo de haber hecho nada a mi hija conscientemente”, ha asegurado.
“No le haría nada. Era lo que más quería, cómo iba a hacerle daño”, ha reiterado. Ante el jurado, la presunta asesina ha desvelado que los pensamientos negativos sobre que “algo le podía pasar a la niña” fueron en aumento en las semanas y días previos a la muerte.
Por eso la quitó de actividades como natación y no la dejó ir a una excursión ni a una fiesta. Asimismo, a preguntas de las partes, ha negado recordar haber buscado en su tableta información sobre la estricnina, un veneno usado contra las ratas.
También ha dicho no saber por qué la niña tenía restos orgánicos compatibles con los suyos descubiertos en las uñas y en su ropa. Una evidencia para Fiscalía y acusaciones de que Desirée trató de resistirse al despertarse cuando su madre la asfixiaba.
Un “cambio brusco” cuando dijo que quería la custodia
Acerca de lo que Sandamil ha declarado, José Manuel Leal, el padre de la niña, ha asegurado que “nunca” tuvo conocimiento de que su expareja padecía problemas psiquiátricos. Sí ha explicado que trataba a la pequeña “como si fuera su juguete”.
Ese fue uno de los motivos de la ruptura de la relación sentimental. Aunque tampoco la pequeña le contó “nada sobre que su madre se comportaba raro”. El progenitor ha negado que él maltratase a la acusada.
También ha confesado que notó un “cambio brusco” en la forma en la que se relacionaba ella con él a partir del verano del 2018. Fue justo cuando le comentó su idea de buscar trabajo en Vilalba para estar más cerca de su hija y solicitar la custodia compartida.
En esa misma línea, el padre ha sostenido que Sandamil había comenzado a poner “trabas” para ceder a su hija, a quien iba a recoger el día de su muerte.
La asfixió en un “macabro plan”
Ana Sandamil ya estuvo cuatro meses internada en una unidad de psiquiatría de un hospital. Ha sido increpada al llegar a los juzgados. Las partes acusatorias consideran que de las pruebas realizadas se desprenden indicios de que urdió un “macabro plan“, como califica la Fiscalía.
Según el escrito del fiscal, la mujer suministró a la pequeña, antes del 2 de mayo y en una fecha indeterminada, un “potente fármaco” llamado ‘trazodona‘, con el fin de adormecerla para acabar con su vida.
Ana Sandamil en el anterior juicio Carlos Castro/Europa Press
No lo logró porque no consiguió “que la menor tomara la cantidad que ella requería”. Por eso, ya de madrugada, mientras dormía en la misma cama que ella, la madre “la agarró con sus manos por ambos lados del cuello, con suma violencia, para asfixiarla“.
Del mismo modo, presionó “con toda su fuerza la boca y la nariz de la pequeña, hasta lograr que dejase de respirar“. La niña, según la investigación, “llegó a despertarse y trató de defenderse”, aunque sin éxito.
“Estaba ida, era una persona loca”
Murió por asfixia mecánica y oclusión de los orificios respiratorios. Por otra parte, la madre de la acusada ha comparecido recordando que notaba a su hija “muy baja de ánimo” y “desconfiada de la gente”.
“Estaba abstraída, en otro mundo. Era muy protectora con la niña”, ha afirmado la abuela de la pequeña, a la que acudió Sandamil en la mañana de los hechos “muy alterada” para decirle que “algo le pasaba” a Desirée y que fue ella quien llamó a Emergencias.
Finalmente, ha incidido en que esa mañana la presunta asesina “estaba ida“. “Era una persona loca, que no controlaba”, ha añadido antes de defender que era “buena madre“, por lo que no se ha pronunciado sobre si cree que ella mató a la niña.